Datos Desoladores que Hablan por Sí Mismos

November 16, 2021
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Foto: Polina Kovaleva en Pexels

Tras años de lucha del colectivo feminista al rededor del mundo, en diversas ocasiones damos por sentado que ciertos patrones de violencia machista son casi inexistentes, pero la realidad está muy lejos de ello.

El Barómetro “Juventud y Género. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja”, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad destaca como un 18,1% de los jóvenes hombres sigue considerando normal mirar el móvil de la pareja, mientras que en el caso de las chicas alcanza el 12,7%. Ellas también consideran importante tener un espacio propio e individual (72,4%) mientras que en el caso de ellos alcanza el 55,8%. Otro patrón muy masculinizado en la percepción de los celos como una prueba de amor: mientras que en ellos supone un 28%, en el caso femenino apenas alcanza el 15%.

Este dato resulta más preocupante cuando la percepción de la violencia de género ha disminuido de un 54,2% a un 50,4% para los jóvenes varones, e incluso restan importancia o la niegan: un 20,9% dice que la violencia de género no existe-lo que supone un crecimiento de ocho puntos. - Las jóvenes mujeres son las más preocupadas por dicha violencia, pasando de un 72,4% a un 74,2%.

A pesar de que entre 2017 y 2021 la percepción de la desigualdad entre las mujeres ha crecido entre 6 y 7 puntos, 1 de cada 10 chicos considera que la desigualdad no existe, y entre ellos llevan la ventaja de que ha disminuido. Ellas consideran que el ámbito con más desigualdad es el laboral. Más de la mitad de las mujeres defienden su posición de desventaja para acceder a puestos de responsabilidad, a salarios justos y a la conciliación. A pesar de que los varones son conscientes de ella, la perciben como 20 puntos por debajo.

Existen algunos datos esperanzadores. Los jóvenes mantienen desde el 2017 que la falta de educación es un factor determinante para que se produzca una situación de violencia de género, y aumenta también la consideración de la educación patriarcal como un elemento estructural para que se reproduzca la violencia machista. Los elementos como el alcohol o el consumo de otras drogas y los conflictos de pareja dejan de ser mencionados como una de las justificaciones esenciales de la violencia patriarcal; sin embargo, el 23,5% de ellos considera el consumo de sustancias como una excusa.

En el ámbito de la presión social sobre el físico y el éxito que se espera de una chica y un chico, los datos son bastante diferentes. Entre 2017 y 2021 el peso de la preocupación de las mujeres por la imagen se ha reducido en casi 12 puntos, pero la presión por sentirse físicamente más atractiva hacia los demás ha crecido en más de nueve puntos. En el caso de los hombres, el patrón social que se repite es la represión de los sentimientos. Ellos siguen ocultando la tristeza, con un crecimiento de 6 puntos.

Además, de ellas se espera que sean exitosas en el ámbito educativo y laboral-más del 55% de las jóvenes se sienten presionadas-. También se espera que no muestren su ansiedad y puedan complacer a su entorno constantemente.

En lo que respeta a las tareas domésticas, todavía se produce una importante desigualdad estructural de la que ellas no se benefician en absoluto, y que ellas perciben claramente. Solo el 14,4% de los hombres realiza las tareas domésticas, frente al 30,4% de las mujeres que sí las realizan. En el hogar familiar la situación estructural es similar, el más del 45% de las mujeres y el 30% de los hombres indica que las labores del hogar las realizan en mayor media o exclusivamente las mujeres.

A pesar de estos datos, las mujeres rechazan el papel tradicional que se les ha asignado como cuidadoras del hogar y de los hijos-casi el 60% están en desacuerdo con este rol estructural que la sociedad impone-

Siendo conscientes de estos datos, podemos afirmar que todavía queda una larga lucha para que el mundo sea totalmente justo para las mujeres, y que la educación juega un determinante para que este cambio se produzca. El estudio confirma que las visiones más tradicionales sobre las parejas suelen producirse entre quienes tienen un nivel educativo más bajo, y también entre los y las jóvenes con una ideología de derechas, y, por tanto, más conservadora.


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Tras años de lucha del colectivo feminista al rededor del mundo, en diversas ocasiones damos por sentado que ciertos patrones de violencia machista son casi inexistentes, pero la realidad está muy lejos de ello.

El Barómetro “Juventud y Género. Identidades, representaciones y experiencias en una realidad social compleja”, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad destaca como un 18,1% de los jóvenes hombres sigue considerando normal mirar el móvil de la pareja, mientras que en el caso de las chicas alcanza el 12,7%. Ellas también consideran importante tener un espacio propio e individual (72,4%) mientras que en el caso de ellos alcanza el 55,8%. Otro patrón muy masculinizado en la percepción de los celos como una prueba de amor: mientras que en ellos supone un 28%, en el caso femenino apenas alcanza el 15%.

Este dato resulta más preocupante cuando la percepción de la violencia de género ha disminuido de un 54,2% a un 50,4% para los jóvenes varones, e incluso restan importancia o la niegan: un 20,9% dice que la violencia de género no existe-lo que supone un crecimiento de ocho puntos. - Las jóvenes mujeres son las más preocupadas por dicha violencia, pasando de un 72,4% a un 74,2%.

A pesar de que entre 2017 y 2021 la percepción de la desigualdad entre las mujeres ha crecido entre 6 y 7 puntos, 1 de cada 10 chicos considera que la desigualdad no existe, y entre ellos llevan la ventaja de que ha disminuido. Ellas consideran que el ámbito con más desigualdad es el laboral. Más de la mitad de las mujeres defienden su posición de desventaja para acceder a puestos de responsabilidad, a salarios justos y a la conciliación. A pesar de que los varones son conscientes de ella, la perciben como 20 puntos por debajo.

Existen algunos datos esperanzadores. Los jóvenes mantienen desde el 2017 que la falta de educación es un factor determinante para que se produzca una situación de violencia de género, y aumenta también la consideración de la educación patriarcal como un elemento estructural para que se reproduzca la violencia machista. Los elementos como el alcohol o el consumo de otras drogas y los conflictos de pareja dejan de ser mencionados como una de las justificaciones esenciales de la violencia patriarcal; sin embargo, el 23,5% de ellos considera el consumo de sustancias como una excusa.

En el ámbito de la presión social sobre el físico y el éxito que se espera de una chica y un chico, los datos son bastante diferentes. Entre 2017 y 2021 el peso de la preocupación de las mujeres por la imagen se ha reducido en casi 12 puntos, pero la presión por sentirse físicamente más atractiva hacia los demás ha crecido en más de nueve puntos. En el caso de los hombres, el patrón social que se repite es la represión de los sentimientos. Ellos siguen ocultando la tristeza, con un crecimiento de 6 puntos.

Además, de ellas se espera que sean exitosas en el ámbito educativo y laboral-más del 55% de las jóvenes se sienten presionadas-. También se espera que no muestren su ansiedad y puedan complacer a su entorno constantemente.

En lo que respeta a las tareas domésticas, todavía se produce una importante desigualdad estructural de la que ellas no se benefician en absoluto, y que ellas perciben claramente. Solo el 14,4% de los hombres realiza las tareas domésticas, frente al 30,4% de las mujeres que sí las realizan. En el hogar familiar la situación estructural es similar, el más del 45% de las mujeres y el 30% de los hombres indica que las labores del hogar las realizan en mayor media o exclusivamente las mujeres.

A pesar de estos datos, las mujeres rechazan el papel tradicional que se les ha asignado como cuidadoras del hogar y de los hijos-casi el 60% están en desacuerdo con este rol estructural que la sociedad impone-

Siendo conscientes de estos datos, podemos afirmar que todavía queda una larga lucha para que el mundo sea totalmente justo para las mujeres, y que la educación juega un determinante para que este cambio se produzca. El estudio confirma que las visiones más tradicionales sobre las parejas suelen producirse entre quienes tienen un nivel educativo más bajo, y también entre los y las jóvenes con una ideología de derechas, y, por tanto, más conservadora.


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