
En TechCrunch Disrupt 2025, la co-directora ejecutiva de Waymo dejó claro que la conducción autónoma no avanza por velocidad, sino por confianza. Lo dijo con la calma de quien sabe que cada decisión pesa.
Su empresa ya superó los 100 millones de millas recorridas en condiciones reales, y cada semana suma dos millones más. Son cifras que podrían sonar a récord, pero Mawakana no las presume: las usa como evidencia de madurez, no de conquista.
“Un conductor humano recorre unas 700 mil millas en toda su vida”, recordó. “Nosotros hacemos casi tres veces eso cada semana.”
Esa cifra no es un trofeo. Es una advertencia: con cada nueva milla, crece también la obligación de hacerlo bien.
Waymo acaba de recibir permisos para operar en los aeropuertos de San Francisco y San José, y planea llegar a un millón de viajes por semana en 2026. Pero Mawakana evita hablar de plazos. Prefiere hablar de método.
“La pregunta no es cuánto avanzamos, sino si seguimos siendo seguros”, dijo.
Su tono no es el de una ejecutiva emocionada por la expansión, sino el de una ingeniera que mide cada variable. En un sector que suele premiar la prisa, ella defiende la pausa como un signo de inteligencia.
La conversación giró hacia los riesgos. Los estudios internos de Waymo muestran que sus vehículos son cinco veces más seguros que los humanos, y doce veces más con peatones. Pero Mawakana no promete perfección.
“No se trata de decir que no habrá errores”, explicó. “Se trata de responder por ellos.”
Pronto, las pruebas se trasladarán a Nueva York, un terreno completamente distinto. “Cuando nieva, las calles dejan de ser las mismas”, dijo. “Y esa complejidad es justo lo que debemos dominar antes de lanzar.”
La transparencia, añadió, también tiene límites frente al poder. Confirmó que Waymo ha rechazado solicitudes gubernamentales de acceso a sus cámaras cuando las considera excesivas. Y cuando le preguntaron por Tesla, su respuesta fue directa: “Si no eres transparente, no estás haciendo lo necesario para ganarte el derecho de hacer las carreteras más seguras.”
En un ecosistema como Silicon Valley, donde el crecimiento suele confundirse con éxito, Mawakana representa otro tipo de liderazgo: uno que no busca dominar el futuro, sino merecerlo.


