La Producción Económica de la Mujer Indígena es Mucho Más que Monetaria

June 9, 2019
Artículo
por:
No items found.
Foto de: Persnickety

La Tierra está dividida administrativamente en un poco más de 190 países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas, entre los cuales se desarrolla un activo intercambio comercial a través de la compra y venta de bienes y servicios, mediante distintas formas de pago. A diario, leemos y escuchamos noticias sobre la economía mundial, con información sobre las finanzas, las tasas de interés, las acciones de la bolsa, los impuestos, ganancias y pérdidas empresariales, alza o caída del valor de alguna moneda, bitcoins, y muchos otros escenarios que nos afectan directa e indirectamente, dependiendo de nuestra actividad económica, cuenta bancaria y ambición monetaria. Las actividades económicas forman parte de la naturaleza humana, por lo que llegan a entramarse de manera tan compleja que es posible estudiar Economía como ciencia social en muchas de las más importantes universidades del mundo, al igual que la Medicina, la Biología o la Filosofía.

Todas las personas económicamente activas en los centros urbanos –capitales, ciudades pequeñas, pueblos, etc. – sabemos que los billetes, las monedas o los medios de pago electrónicos son fundamentales para cubrir las necesidades diarias de transporte, alimentación y vivienda. Tenemos presente que para acceder a ellos honestamente es necesario invertir algún esfuerzo, ya sea intelectual, obrero o de otra índole, y que tendremos que pagar impuestos por nuestras ganancias al final del año fiscal y por compras en establecimientos comerciales regidos por la ley. Es decir, el dinero es un elemento fundamental en el desenvolvimiento de las actividades económicas en los centros urbanos. Sin embargo, “dinero” no es una palabra que integre el concepto de “economía”, según la Real Academia Española, que nos brinda definiciones como: “Administración eficaz y razonable de los bienes” o “Conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad o un individuo”.

En otras palabras, el hecho económico no implica necesariamente el intercambio o acumulación de monedas y billetes física o electrónicamente. De hecho, las civilizaciones indígenas tenían y tienen actividades económicas, aunque los medios de pago y las finanzas no estén incluidos. La lógica indígena conceptualiza la vida desde el esfuerzo, no desde la acumulación, desde el cuidado, no desde la explotación, desde el bienestar, no desde la competencia. ¿Y qué tan importante es la lógica indígena para este planeta regido por el índice bursátil Dow Jones? Lo suficiente como para que el año 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Así que, es prácticamente una responsabilidad tener al menos una somera idea sobre el desenvolvimiento de la economía indígena, no solamente para saber cómo escapar de las macabras contradicciones entre capitalismo y socialismo de la era contemporánea, sino también para rendir homenaje intelectual a nuestros predecesores, quienes influencian nuestras vidas diariamente, desde la comida hasta el lenguaje, aunque pocos lo tengan en cuenta.

El Centro de Culturas Indígenas del Perú –CHIRAPAQ– (2015) informa que los sistemas económicos indígenas están basados en la reciprocidad y complementariedad de una agricultura familiar y comunal orientada hacia la subsistencia, que valoriza los conocimientos, los recursos naturales y las capacidades humanas. Cada miembro contribuye de alguna forma, toda acción constituye un trabajo porque requiere un esfuerzo físico y mental en busca del desarrollo espiritual, material y social. De esta manera, las mujeres indígenas juegan un papel fundamental para sus comunidades. Por ejemplo, en Colombia, ellas son las que dejan claro que la vida y sus hijos son lo más importante para salvaguardar la estructura social y cultural de su pueblo, a través de la dinamización de la organización comunitaria, la transmisión de saberes y la construcción de la paz (Portafolio, 2017).

La vida de las indígenas peruanas está transversalizada por las dinámicas de la sociedad que las rodea. Así, asumen actividades en torno a la economía cotidiana tales como gestión del hogar, compra y preparación de alimentos para la familia, colaboración en las actividades académicas de sus hijos, participación en actividades organizadas por organismos gubernamentales. Sin embargo, también encuentran tiempo para dedicarse a la recolección de los insumos necesarios para el hogar, como leña y agua, cuidado del huerto y de los animales y tantas otras actividades que entrelazan sus orígenes y sus contextos actuales, lo que las convierte en pilares fundamentales de la economía comunal y nacional (CHIRAPAQ, 2015).

A pesar de que no es fácil encontrar y analizar datos numéricos actualizados emitidos por autoridades financieras como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que destaquen los logros de las economías indígenas o las contribuciones de las féminas para el desarrollo de sus comunidades, es importante saber que algunos aspectos del Mercado en el que interactuamos podrían nutrirse de la economía indígena, y de las funciones que las féminas tienen dentro de ella. Es el caso, por ejemplo, de la preservación de la diversidad ecológica y de la sostenibilidad como práctica cultural. En Latinoamérica hay múltiples evidencias de la presencia indígena en el Mercado; es el caso de los tejidos mayas tan solicitados para diferentes prendas de vestir, el pejibaye costarricense tan apreciado por los paladares refinados, las fértiles cosechas de Almolonga que constituyen la principal fuente de exportación de verduras y hortalizas a Centroamérica y México, (Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2007).

La mujer indígena está directamente involucrada en cada uno de esos esfuerzos productivos, ya sea administrando o generando riqueza para su comunidad. Para constatarlo, existen investigaciones como las de José López y Miguel Aguilar (2016), con información relevante sobre la contribución de la mujer indígena para la economía familiar, en este caso dentro de la comunidad de Sibaca, municipio de Ocosingo, Chiapas, México. El papel de la mujer indígena es tan importante que “participa en un 90% de las actividades económicas de la familia” y “es la máxima aportadora de satisfactores”, lo que no sorprende tanto cuando se sabe que son capaces de idear estrategias económicas tan sublimes que no necesitan generar dinero para ser valiosas, como el intercambio o el fortalecimiento de los lazos sociales.



REFERENCIAS

Alvizurez, Yanira y Longo, María, 2017. Con fértiles cosechas, Almolonga conserva título de Hortaliza de América. Prensa Libre. Consulta 04/12/2018 ver en:

CHIRAPAQ, 2015. Las mujeres indígenas y la economía. Consulta 04/12/2018 ver en:

Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2007. Economía indígena y mercado. Consulta 04/12/2018 ver en:

López, José y Aguilar, Miguel, 2016. La contribución de la mujer indígena dentro de la economía familiar en la comunidad de Sibaca, municipio de Ocosingo, Chiapas. Vincula Tégica EFAN). Consulta 04/12/2018 ver en:

Portafolio, 2017. Las mujeres indígenas de Colombia: dinamizadoras de sus economías. Consulta 04/12/2018 ver en:

Soto Morales, Eugenia, 2013. Pejibaye se gradúa como manjar VIP. El Financiero. Consulta 04/12/2018 ver en:

La Producción Económica de la Mujer Indígena es Mucho Más que Monetaria

Artículo
por:
No items found.
December 14, 2018

Galería

No items found.
Foto de: Persnickety

La Tierra está dividida administrativamente en un poco más de 190 países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas, entre los cuales se desarrolla un activo intercambio comercial a través de la compra y venta de bienes y servicios, mediante distintas formas de pago. A diario, leemos y escuchamos noticias sobre la economía mundial, con información sobre las finanzas, las tasas de interés, las acciones de la bolsa, los impuestos, ganancias y pérdidas empresariales, alza o caída del valor de alguna moneda, bitcoins, y muchos otros escenarios que nos afectan directa e indirectamente, dependiendo de nuestra actividad económica, cuenta bancaria y ambición monetaria. Las actividades económicas forman parte de la naturaleza humana, por lo que llegan a entramarse de manera tan compleja que es posible estudiar Economía como ciencia social en muchas de las más importantes universidades del mundo, al igual que la Medicina, la Biología o la Filosofía.

Todas las personas económicamente activas en los centros urbanos –capitales, ciudades pequeñas, pueblos, etc. – sabemos que los billetes, las monedas o los medios de pago electrónicos son fundamentales para cubrir las necesidades diarias de transporte, alimentación y vivienda. Tenemos presente que para acceder a ellos honestamente es necesario invertir algún esfuerzo, ya sea intelectual, obrero o de otra índole, y que tendremos que pagar impuestos por nuestras ganancias al final del año fiscal y por compras en establecimientos comerciales regidos por la ley. Es decir, el dinero es un elemento fundamental en el desenvolvimiento de las actividades económicas en los centros urbanos. Sin embargo, “dinero” no es una palabra que integre el concepto de “economía”, según la Real Academia Española, que nos brinda definiciones como: “Administración eficaz y razonable de los bienes” o “Conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza de una colectividad o un individuo”.

En otras palabras, el hecho económico no implica necesariamente el intercambio o acumulación de monedas y billetes física o electrónicamente. De hecho, las civilizaciones indígenas tenían y tienen actividades económicas, aunque los medios de pago y las finanzas no estén incluidos. La lógica indígena conceptualiza la vida desde el esfuerzo, no desde la acumulación, desde el cuidado, no desde la explotación, desde el bienestar, no desde la competencia. ¿Y qué tan importante es la lógica indígena para este planeta regido por el índice bursátil Dow Jones? Lo suficiente como para que el año 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas. Así que, es prácticamente una responsabilidad tener al menos una somera idea sobre el desenvolvimiento de la economía indígena, no solamente para saber cómo escapar de las macabras contradicciones entre capitalismo y socialismo de la era contemporánea, sino también para rendir homenaje intelectual a nuestros predecesores, quienes influencian nuestras vidas diariamente, desde la comida hasta el lenguaje, aunque pocos lo tengan en cuenta.

El Centro de Culturas Indígenas del Perú –CHIRAPAQ– (2015) informa que los sistemas económicos indígenas están basados en la reciprocidad y complementariedad de una agricultura familiar y comunal orientada hacia la subsistencia, que valoriza los conocimientos, los recursos naturales y las capacidades humanas. Cada miembro contribuye de alguna forma, toda acción constituye un trabajo porque requiere un esfuerzo físico y mental en busca del desarrollo espiritual, material y social. De esta manera, las mujeres indígenas juegan un papel fundamental para sus comunidades. Por ejemplo, en Colombia, ellas son las que dejan claro que la vida y sus hijos son lo más importante para salvaguardar la estructura social y cultural de su pueblo, a través de la dinamización de la organización comunitaria, la transmisión de saberes y la construcción de la paz (Portafolio, 2017).

La vida de las indígenas peruanas está transversalizada por las dinámicas de la sociedad que las rodea. Así, asumen actividades en torno a la economía cotidiana tales como gestión del hogar, compra y preparación de alimentos para la familia, colaboración en las actividades académicas de sus hijos, participación en actividades organizadas por organismos gubernamentales. Sin embargo, también encuentran tiempo para dedicarse a la recolección de los insumos necesarios para el hogar, como leña y agua, cuidado del huerto y de los animales y tantas otras actividades que entrelazan sus orígenes y sus contextos actuales, lo que las convierte en pilares fundamentales de la economía comunal y nacional (CHIRAPAQ, 2015).

A pesar de que no es fácil encontrar y analizar datos numéricos actualizados emitidos por autoridades financieras como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que destaquen los logros de las economías indígenas o las contribuciones de las féminas para el desarrollo de sus comunidades, es importante saber que algunos aspectos del Mercado en el que interactuamos podrían nutrirse de la economía indígena, y de las funciones que las féminas tienen dentro de ella. Es el caso, por ejemplo, de la preservación de la diversidad ecológica y de la sostenibilidad como práctica cultural. En Latinoamérica hay múltiples evidencias de la presencia indígena en el Mercado; es el caso de los tejidos mayas tan solicitados para diferentes prendas de vestir, el pejibaye costarricense tan apreciado por los paladares refinados, las fértiles cosechas de Almolonga que constituyen la principal fuente de exportación de verduras y hortalizas a Centroamérica y México, (Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2007).

La mujer indígena está directamente involucrada en cada uno de esos esfuerzos productivos, ya sea administrando o generando riqueza para su comunidad. Para constatarlo, existen investigaciones como las de José López y Miguel Aguilar (2016), con información relevante sobre la contribución de la mujer indígena para la economía familiar, en este caso dentro de la comunidad de Sibaca, municipio de Ocosingo, Chiapas, México. El papel de la mujer indígena es tan importante que “participa en un 90% de las actividades económicas de la familia” y “es la máxima aportadora de satisfactores”, lo que no sorprende tanto cuando se sabe que son capaces de idear estrategias económicas tan sublimes que no necesitan generar dinero para ser valiosas, como el intercambio o el fortalecimiento de los lazos sociales.



REFERENCIAS

Alvizurez, Yanira y Longo, María, 2017. Con fértiles cosechas, Almolonga conserva título de Hortaliza de América. Prensa Libre. Consulta 04/12/2018 ver en:

CHIRAPAQ, 2015. Las mujeres indígenas y la economía. Consulta 04/12/2018 ver en:

Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2007. Economía indígena y mercado. Consulta 04/12/2018 ver en:

López, José y Aguilar, Miguel, 2016. La contribución de la mujer indígena dentro de la economía familiar en la comunidad de Sibaca, municipio de Ocosingo, Chiapas. Vincula Tégica EFAN). Consulta 04/12/2018 ver en:

Portafolio, 2017. Las mujeres indígenas de Colombia: dinamizadoras de sus economías. Consulta 04/12/2018 ver en:

Soto Morales, Eugenia, 2013. Pejibaye se gradúa como manjar VIP. El Financiero. Consulta 04/12/2018 ver en:

Prohibida su reproducción parcial o total, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su autor y Revista Level.

COPYRIGHT © RevistaLevel.com.co

Arriba