“Entre las fobias humanas
Y las duras realidades
Almas quedan atrapadas
En dolores abismales”
Imagina que sufres nictofobia, es decir miedo irracional a la oscuridad; sin embargo, debes tomar una decisión refugiarte en un cuarto oscuro o quedarte a tenue luz en medio de una guerra; la decisión no es nada fácil, si sabes que de todos modos en el cuarto oscuro puedes morir de pánico; incluso, puedes llegar a sentir el mismo miedo en ambos escenarios.
¿Qué harías? Visualiza a las personas que deben tomar decisiones desesperadas en medio de un conflicto armado, y arrojarse a un destino distorsionado; o te quedas en medio de ataques armados o sales corriendo entre tinieblas por un camino lleno de peligros; decisiones nictofóbicas son las que toman todo el tiempo, las personas y las comunidades que sufren los rigores de la guerra.
Toman decisiones nictofóbicas, aturdidas por el miedo de salvar sus propias vidas, la de sus seres queridos y la de sus animales que también son familia; no es fácil, huir de la propia tierra, dejar atrás toda una vida; enfrentar mil riesgos en el camino, como la presencia de más actores armados, o los retenes de asesinos; y, llegar a un sitio desconocido con dolor en el alma por lo vivido.
Las víctimas de la violencia se enfrentan todo el tiempo a situaciones atravesadas por decisiones nictofóbicas; a veces, no se sabe si es peor permanecer en la fobia de la oscuridad o salir de ella a otro tipo de oscuridad que es la que ofrece la insensible sociedad; las personas desplazadas, en ocasiones llegan a tierras hostiles e indiferentes; las mujeres migrantes terminan en algunos casos en entramados de violencia sexual y explotación laboral; y otras más, salen de un conflicto armado para encontrarse con otro, en el que además, son extranjeras.
Es como huir de un miedo para enfrentarse a otro; huir de una guerra en el campo para llegar a una ofensiva urbana; escapar de los actores armados para enfrentar la beligerancia de las ciudades; es como cambiar un infierno por otro. Las decisiones nictofóbicas trasiegan entre escoger qué vidas se salvan, qué sacrificios se hacen; y, qué miedos se enfrentan.
Ojalá que ninguna persona en el mundo tenga que enfrentarse a una decisión de esta naturaleza: separarse de los hijos e hijas; empuñar un arma para defenderse; morir junto a sus animales y sus tierras; son elecciones nictofóbicas que transitan entre grises y pardos; entre lo peor y “lo menos peor”; Y que ponen a prueba el entendimiento de quienes no sienten la presión de este tipo de decisiones en medio de las guerras.
Por ejemplo, en la segunda guerra mundial abundan historias de maestros que para proteger a la niñez judía, enseñaban formas de sobrevivir exponiendo a niños y niñas a las más duras e inhumanas condiciones; en otras guerras, hay relatos de madres que entregaron a sus hijos o hijas a personas desconocidas para salvar sus vidas; las familias hacen lo impensable en medio del conflicto armado para proteger a los suyos. Todas ellas, son decisiones nictofóbicas que puedan llevar a una persona al límite; nadie sabe de lo que es capaz, hasta que no se enfrenta a una situación desesperada.
STOP WAR