Como una ceremonia de unión y reconciliación, bajo el emblema: Acto de Reconciliación #Niunhijomasparalaguerra, madres de soldados y guerrilleros/as caídos en el marco del conflicto armado, se dieron cita el pasado 21 de Marzo en el centro de Bogotá. Los ecos retumbantes gritaban una sola voz: Ni un hijo más para la guerra.
La Fundación Color Y Esperanza Por Nuestros Héroes, liderada por la señora Gladys Acevedo, rasgó el cristal de la fragilidad cuando inició este encuentro: “Soy madre de Edwin Carranza Acevedo, asesinado el 16 de Febrero de 2012 en la vereda San Isidro, municipio La Julia, en el departamento del Meta. Debido a las múltiples dudas que tenemos madres y viudas de soldados víctimas del conflicto armado, nos hemos unido para exigir la verdad. La fundación se creó el año pasado (2018), somos 20 las mujeres que estamos vinculadas con esta causa. El objetivo de esta unión es buscar la verdad, porque ellos se fueron vivos y nos lo entregaron en un ataúd. Además brindamos apoyo en el proceso de sanación que dejan estas secuelas, esta unión ha sido el soporte para levantarnos una vez más. Debido a la indiferencia y al poco apoyo que recibimos por parte del Estado y de los mismos ciudadanos, nos unimos para seguir luchando y poder ser escuchadas. Asimismo, nosotras decidimos dar el primer paso para la reconciliación, hoy es el punto de partida para reconstruir un país mejor, un mejor mañana, un futuro para las nuevas generaciones”.
Por otro lado, Isabela Sanroque, integrante de dirección del partido Fuerzas Alternativas Revolucionadas del Común FARC, narra la historia del inicio de aquel encuentro dócil que abrió la puerta a una nueva pacificación: “la experiencia de reconciliación fue autónoma, construida desde las mujeres. La historia empezó hace un año, el epicentro del encuentro fue el Centro de Memoria Paz Y Reconciliación Distrital, por medio de ejercicios de memoria que se llaman vinculando paz. Allí se reencontraron organizaciones de mujeres familiares de soldados. Debemos reconocer que fue un encuentro afortunado, nos encontramos con mujeres campesinas, con una similitud: NUESTRAS MADRES VIVIERON LA GUERRA. Empezamos a reunirnos periódicamente con el fin de resignificarnos pensando en la reconciliación espiritual, hablar y superar nuestros duelos.
Otro aspecto a rescatar en estas intervenciones bipartidistas, es la participación de Leidy Sarmiento. Ella, una excombatiente de la reinsertada guerrilla de las FARC: “Este acto de reconciliación ha sido muy enriquecedor por parte y parte; no fue fácil, afortunadamente hubo mucha entrega y esfuerzo para que se dieran las cosas. Reconocer las madres víctimas del conflicto armado ha sido importante y fundamental como forma de reconocimiento. En este proceso queda evidenciado que las mujeres podemos construir conjuntamente, nosotros tenemos esa capacidad para organizar. Demostramos que por iniciativa propia las mujeres podemos hacer las cosas. Desde ahí se construye la verdadera paz, la que es de mostrar, la que se cuenta a partir de la verdad y el reconocimiento.
Y así, mujeres exponentes que deciden contar la verdad y exponen un perdón que tejen una colcha de reconciliación, culmina este encuentro de mujeres víctimas de esta guerra absurda. Entonces, si ellas pueden reconciliarse ¿Por qué Colombia no?