Como una novela policíaca nuestra revista empezó con una llamada telefónica, la conversación tenía estas preguntas: ¿está muerta? ¿la violó? Decidimos no callar más y hacer público el racismo, el machismo y la exclusión. Desde ese momento nos convertimos en el altavoz de las voces excluidas.
No le tenemos miedo a identificarnos con el feminismo ni con la diversidad sexual.
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