Un campamento de pueblos indígenas, conformado por mujeres decidió salir a las calles de la capital Brasilia buscando recuperar sus derechos que fueron rechazados por varios años. Entre las exigencias más demandantes está el ocupar espacios políticos para defender a sus comunidades que sufren de discriminación. El movimiento se dirigió hacia el Congreso Nacional de Brasil y al Gobierno Federal encabezado por el presidente Jair Bolsonaro.