La Tentación de Ser Infiel

July 30, 2021
Columna
por:
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cottonbro

Me considero una defensora del amor libre y creo que el ser humano naturalmente no es monógamo. En lo personal, las relaciones de pareja me parecen complejas, sobre todo mantener una relación durante mucho tiempo con la misma persona, probablemente porque nunca he tenido una. En todas las relaciones entro predispuesta, con ese cuidado de no entregarlo todo, ni desbocarse de buenas a primeras. Claro que he vivido una ruptura y sé lo inquebrantable que es el ego por la ilusión. 


La infidelidad creo en gran medida que es un error que en ocasiones nos salva de cometer otro más grande. Cuando tenía 22 años, estaba en una relación idealizada en la que anhelaba ese “felices por siempre” con el que nos educaron los cuentos de hadas. Sin embargo, ese pequeño error hizo que este personaje demostrara su verdadero ser, cualquier persona parece un monstruo cuando se sale de casillas; pero pude ver que sí seguía con él, me convertiría en una mujer sumisa rescatada por su “héroe” y seguiría sus sueños más no los míos. 


El tiempo también me enseñó a no confundir el buen sexo con el amor porque puede generar un apego emocional del que es difícil recuperarse, no imposible pero doloroso, nos humilla hasta el punto de perder la dignidad y  la autoestima. El amor no duele, el apego sí.


Las reglas deben ser claras desde el principio para evitar daños al corazón, sin embargo no se puede asegurar jamás que no se traspasa la delgada línea entre lo placentero y el sentimiento. La gente cada día se acostumbra más a este tipo de relaciones en las que “gana” quien involucre menos su corazón, lo cierto es que siempre perdemos porque ponemos una coraza de acero para no permitirnos sentir. 


En los matrimonios de muchos años hay infidelidad, no creo que sea falta de amor en algunos casos, sino la rutina y la costumbre que hacen que se pierda el deseo. De pronto una nueva persona enciende esa llama que se había apagado y la pasión vuelve a surgir. Recuperamos la energía y la alegría porque volvemos a sentir, pero es solo deseo, porque es carnal, es excitación, es la búsqueda de saciar las fantasías, lo prohibido nos libera. 


Surge la promesa que no volverá a suceder, “solo es dejar las cosas claras” es la manera en que expiamos las culpas. “Te lo dije desde el principio”, “esto es solo por diversión”, “ya no siento nada por mi pareja”, entre otras frases célebres que justifican la infidelidad. Las razones que nos llevan a tomar esa decisión, válidas o no, solo las sabe quien la toma. 


¿Qué pasa si vuelve a suceder? Y si no es una  vez más, sino dos, tres y otras cuantas en que quedas con esa persona, de pronto te descubres contándole cosas íntimas de tu vida privada que quizá no has compartido siquiera con tu pareja. La comunicación es más  frecuente y ya no son solo encuentros “casuales de sexo” sino cenas, desayunos, almuerzos, idas a cine, etc. 


¿Acaso no es eso una relación? ¿No estás escapando de “la rutina” de una relación para entrar a otra? Cuando hablamos de infidelidad, decimos que se trata de incumplir nuestra palabra de lealtad hacia la otra persona, con quien reímos, lloramos, quien nos ha visto en los momentos más vulnerables. Lo más doloroso de la infidelidad no debería ser el deseo sexual por otra persona,  sino la atracción intelectual y espiritual que mi pareja pueda sentir  por otra persona que no soy yo. Porque esa complicidad y ese amor que nos unía, ya no existe. 


Enamorarse es más sencillo de lo que parece y a veces sucede con la persona equivocada. La infidelidad no es un delito, tampoco es para juzgar a quién lo haga y atacar a las mujeres que entran en medio de una relación, o a quienes tienen un amante porque se sienten insatisfechas con su pareja. No todos los casos son como en las novelas y seguramente desconocemos la situación en que suceden. A veces es más fácil juzgar desde afuera, pero somos seres humanos, sentimos y deseamos. 


Que bueno sería si la gente se permitiera sentir y no cohibirse  porque la religión así nos programó “No desearás a la mujer del prójimo” pero a escondidas todo se hace más interesante; la doble moral que siempre ha existido en nuestra sociedad. 


Las parejas podrían tener acuerdos para motivarse y llevar una relación más sana porque el matrimonio no puede sentirse como una cárcel. No quiere decir que siempre pase, no estamos exentos de una situación así. Lo importante es que pase lo que pase, nadie salga lastimado, es la delgada línea que se puede quebrantar. 


Es importante la responsabilidad tanto física como emocional, la infidelidad puede poner en riesgo a nuestra pareja si no se tiene el debido cuidado con las enfermedades de transmisión sexual y también emocional si no hay una madurez y una evolución consciente en la pareja para llevar la relación a tal nivel. 


No se puede predecir de quién enamorarse pero sí se puede detener a tiempo, la honestidad y la transparencia en cualquier tipo de relación que decidamos llevar es importante, porque si bien es un espacio de dos, también es mi responsabilidad cuidar el corazón de la otra persona, hablar a tiempo, expresar lo que queremos y lo que no, aceptar las peticiones que nuestra pareja haga solo porque yo estoy de acuerdo y quiero experimentar, más no por imposición. Evitar hacer sentir culpable al otro por mis decisiones, llevar una relación emocionalmente sana evitará malos desenlaces. 


La Tentación de Ser Infiel

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July 30, 2021

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Me considero una defensora del amor libre y creo que el ser humano naturalmente no es monógamo. En lo personal, las relaciones de pareja me parecen complejas, sobre todo mantener una relación durante mucho tiempo con la misma persona, probablemente porque nunca he tenido una. En todas las relaciones entro predispuesta, con ese cuidado de no entregarlo todo, ni desbocarse de buenas a primeras. Claro que he vivido una ruptura y sé lo inquebrantable que es el ego por la ilusión. 


La infidelidad creo en gran medida que es un error que en ocasiones nos salva de cometer otro más grande. Cuando tenía 22 años, estaba en una relación idealizada en la que anhelaba ese “felices por siempre” con el que nos educaron los cuentos de hadas. Sin embargo, ese pequeño error hizo que este personaje demostrara su verdadero ser, cualquier persona parece un monstruo cuando se sale de casillas; pero pude ver que sí seguía con él, me convertiría en una mujer sumisa rescatada por su “héroe” y seguiría sus sueños más no los míos. 


El tiempo también me enseñó a no confundir el buen sexo con el amor porque puede generar un apego emocional del que es difícil recuperarse, no imposible pero doloroso, nos humilla hasta el punto de perder la dignidad y  la autoestima. El amor no duele, el apego sí.


Las reglas deben ser claras desde el principio para evitar daños al corazón, sin embargo no se puede asegurar jamás que no se traspasa la delgada línea entre lo placentero y el sentimiento. La gente cada día se acostumbra más a este tipo de relaciones en las que “gana” quien involucre menos su corazón, lo cierto es que siempre perdemos porque ponemos una coraza de acero para no permitirnos sentir. 


En los matrimonios de muchos años hay infidelidad, no creo que sea falta de amor en algunos casos, sino la rutina y la costumbre que hacen que se pierda el deseo. De pronto una nueva persona enciende esa llama que se había apagado y la pasión vuelve a surgir. Recuperamos la energía y la alegría porque volvemos a sentir, pero es solo deseo, porque es carnal, es excitación, es la búsqueda de saciar las fantasías, lo prohibido nos libera. 


Surge la promesa que no volverá a suceder, “solo es dejar las cosas claras” es la manera en que expiamos las culpas. “Te lo dije desde el principio”, “esto es solo por diversión”, “ya no siento nada por mi pareja”, entre otras frases célebres que justifican la infidelidad. Las razones que nos llevan a tomar esa decisión, válidas o no, solo las sabe quien la toma. 


¿Qué pasa si vuelve a suceder? Y si no es una  vez más, sino dos, tres y otras cuantas en que quedas con esa persona, de pronto te descubres contándole cosas íntimas de tu vida privada que quizá no has compartido siquiera con tu pareja. La comunicación es más  frecuente y ya no son solo encuentros “casuales de sexo” sino cenas, desayunos, almuerzos, idas a cine, etc. 


¿Acaso no es eso una relación? ¿No estás escapando de “la rutina” de una relación para entrar a otra? Cuando hablamos de infidelidad, decimos que se trata de incumplir nuestra palabra de lealtad hacia la otra persona, con quien reímos, lloramos, quien nos ha visto en los momentos más vulnerables. Lo más doloroso de la infidelidad no debería ser el deseo sexual por otra persona,  sino la atracción intelectual y espiritual que mi pareja pueda sentir  por otra persona que no soy yo. Porque esa complicidad y ese amor que nos unía, ya no existe. 


Enamorarse es más sencillo de lo que parece y a veces sucede con la persona equivocada. La infidelidad no es un delito, tampoco es para juzgar a quién lo haga y atacar a las mujeres que entran en medio de una relación, o a quienes tienen un amante porque se sienten insatisfechas con su pareja. No todos los casos son como en las novelas y seguramente desconocemos la situación en que suceden. A veces es más fácil juzgar desde afuera, pero somos seres humanos, sentimos y deseamos. 


Que bueno sería si la gente se permitiera sentir y no cohibirse  porque la religión así nos programó “No desearás a la mujer del prójimo” pero a escondidas todo se hace más interesante; la doble moral que siempre ha existido en nuestra sociedad. 


Las parejas podrían tener acuerdos para motivarse y llevar una relación más sana porque el matrimonio no puede sentirse como una cárcel. No quiere decir que siempre pase, no estamos exentos de una situación así. Lo importante es que pase lo que pase, nadie salga lastimado, es la delgada línea que se puede quebrantar. 


Es importante la responsabilidad tanto física como emocional, la infidelidad puede poner en riesgo a nuestra pareja si no se tiene el debido cuidado con las enfermedades de transmisión sexual y también emocional si no hay una madurez y una evolución consciente en la pareja para llevar la relación a tal nivel. 


No se puede predecir de quién enamorarse pero sí se puede detener a tiempo, la honestidad y la transparencia en cualquier tipo de relación que decidamos llevar es importante, porque si bien es un espacio de dos, también es mi responsabilidad cuidar el corazón de la otra persona, hablar a tiempo, expresar lo que queremos y lo que no, aceptar las peticiones que nuestra pareja haga solo porque yo estoy de acuerdo y quiero experimentar, más no por imposición. Evitar hacer sentir culpable al otro por mis decisiones, llevar una relación emocionalmente sana evitará malos desenlaces. 


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