“Odio las almas estrechas
sin bálsamo ni veneno,
hechas sin nada malo
ni nada bueno”
(Friedrich Nietzsche)
Enterramos al asombro como si fuera un “Nomen Nescio”, un sin nombre, un “N.N”, pocos y pocas recuerdan la virtud de asombrarse, sus exequias y honras pasan sin pena ni gloria. Sin el asombro somos como almas sin rumbo ¿Para que vivir sin asombrarse? Me asombra la falta de asombro frente a lo bueno y lo malo, frente a la belleza y la vaguedad de un acto. Hay quienes permanecen imperturbables ante lo maravilloso y lo macabro, ante el bálsamo y el veneno.
SIN ASOMBRO ANTE LO MARAVILLOSO SOLO SOMOS ALMAS VACÍAS SIN BÁLSAMO
Me asombra la belleza del mundo que se puede observar en un segundo, ese cielo insondable, los sonidos naturales, la magia de los animales y el azul del mar. También me asombran los actos de paz, el abrazo entre ex combatientes y víctimas, lo cotidiano, el misterio de un libro, la sonrisa de un niño, el aroma del café, el ronroneo de un gato y el complejo latir de un corazón. Hay tantas cosas por disfrutar que se pierden cuando te dejas de asombrar. Asombrarse es nacer a cada instante.
He visto el movimiento del mundo, las personas sin vida que recorren las calles, el trajín de las grandes y pequeñas ciudades es como si una fuerza invisible nos absorbiera impidiendo al asombro romper con el ensimismamiento y la alienación. ¿Cómo podemos ser aliados o aliadas de la destrucción? En vez de rendirnos como humanidad ante la belleza de la asombrosa naturaleza hacemos lo contrario la profanamos y no disfrutamos de su bálsamo.
En una sociedad erigida con la banalidad de la futilidad capitalista pocas cosas causan asombro, la tecnología nos invade de tal forma que ya no disfrutamos de lo que puede ser real. La vida productiva irrumpe a cada instante, no queda ni siquiera tiempo para asombrarse de la respiración. Lo asombroso es que seguimos en una esclavitud moderna que nos ha robado hasta la capacidad del asombro, se trata de una cepa de almas vacías sin bálsamo. Recupera tu asombro y recuperarás buena parte de tu vida y del significado mismo de vivir.
SIN ASOMBRO ANTE LO MACABRO SOLO SOMOS ALMAS ESTRECHAS QUE NO SIENTEN EL VENENO
Sin asombro ante lo macabro somos una sociedad igual de macabra que permite la expansión de la violencia, la corrupción y la miseria humana. Lo asombroso es la indiferencia, la impunidad y la pasividad frente a estos hechos. Estamos en una sociedad que ya no se asombra por la injusticia, sino que se acostumbra a ella, no se asombra de la criminalidad, sino que le rinde culto, no se asombra del feminicidio, sino que lo justifica y no se asombra de la corrupción, sino que la aplaude.
Sin asombro, la vida es un sin sentido, como es posible no inmutarse ante actos escalofriantes como las masacres, los asesinatos sistemáticos de líderes y lideresas, los mal llamados “falsos positivos”, el infame bombardeo de niños y niñas o la ola de feminicidios. Una sociedad que ha perdido hasta la capacidad del asombro es una sociedad de almas estrechas que no sienten el veneno. Si la sociedad despertará del nivel de alienación y se asombrará ante el nivel de violencia, no tardaría en reaccionar y acabar con la barbarie.
La incapacidad para asombrarse es como un veneno imperceptible cuya intoxicación puede ser mortal, sin asombro solo hay cadáveres vivientes, todo es incoloro, insensible e irreflexivo. Como decía William Blake “del agua estancada solo espera veneno”, así mismo, “del asombro inerte solo espera ponzoña”. Es hora de despertar y no perder la virtud de asombrarse de lo malo y lo bueno. Hay que desenterrar el asombro para desintoxicar el alma y purificar el cuerpo. Dejemos de asistir a sus exequias, seamos almas generosas, que se asombran tanto del bálsamo como del veneno.